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- 02/04/2024 • Social
Una segunda casa para el ocio y el deporte
Los socios reivindican el valor social del RCNP en todos los campos. Un lugar donde formarse como persona, disfrutar del mar y compartir experiencias
Antonio Riudavets no deja de acudir ni un solo día a su cita con el Real Club Náutico de Palma.
MARIONA FORTEZA
No importa si son navegantes, deportistas o padres de alumnos de la escuela de vela y piragüismo. Jubilados, regatistas o consumidores de café y periódico. Socios veteranos o más recientes. A la hora de la verdad, todos te dirán lo mismo: “El club es mi segunda casa”.
Con una excepción, la de Emilio Feliu, juez de regatas y ex comodoro de la entidad, para quien el Real Club Náutico de Palma es directamente “la primera casa”. Es media mañana de un miércoles, y el bar del club es un lugar alegre, luminoso, donde corren los cafés y los diarios pasan de mano en mano. Queremos saber qué significa el RCNP para sus socios. Y la cafetería es la primera parada obligada.
“Para mí el club náutico es un lugar donde contemplar el mar y desconectar”. Así nos lo cuenta Antoni Riudavets, socio veterano desde hace más de seis décadas. A sus casi 87 años, el RCNP es también un sitio donde hacer deporte (asiste tres días a la semana a clases de natación en la piscina cubierta) y donde charlar y tener relaciones sociales (desayuna prácticamente a diario en el bar). “Me da la vida, para un jubilado el club náutico es insuperable”, añade.
Hablando con diferentes tipos de socios, queda claro que el RCNP es un mundo con muchos mundos dentro. Es también un lugar para la aventura y la navegación. “Yo cuando estoy dentro de un barco soy feliz, te da plenitud mental, no sé cómo explicarlo, es como cuando tu madre te balanceaba en la cuna”. Joan Bonet es socio desde los 6 años. Viene de familia de pescadores -una de las dos estirpes que fundaron Portocristo- y no concibe la vida lejos del mar, la navegación y los amigos.
Miquel Salas durante un concurso de paellas en el RCNP.
De carácter muy emprendedor, cuando se prejubiló se volcó en la vida deportiva del club, siendo comodoro entre 2008 y 2012. Creó y dirigió la regata Palmavela, inaugurada en 2005 junto a Vivi Mainemare, además de toda una serie de eventos entre los que se cuentan el Four Stripes Challenge y la vuelta a Mallorca A3.
“El club ha ganado mucho deportivamente, con enormes resultados. Hoy, su máximo objetivo es el fomento del deporte”, recalca. Una faceta que está “abierta a la sociedad”. “Sus puertas nunca están cerradas”, añade.
Una realidad que sin lugar a dudas corrobora el testimonio de Albert Torres, regatista del RCNP. A sus 24 años acumula ya un amplio palmarés internacional y en la actualidad se prepara “al 100%” para participar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 2028. Hablamos con él por teléfono, después de un entreno especial en Barcelona.
“No hay lugar en el mundo al que me sienta más agradecido que al Club Náutico”, explica. Y prosigue: “Para mí aquí ha surgido todo: la amistad, los valores, la profesión”. Albert Torres destaca que el club es un lugar donde formarse como persona, más allá incluso del deporte. “Fomenta el compañerismo, el sacrificio, la educación, es un gran sitio para que una persona pueda desarrollarse de manera completa”.
Un punto de vista muy parecido al que tienen los padres de los alumnos de la escuela de vela. “Los entrenadores son fantásticos, les hacen crecer en autonomía, se vuelven menos perezosos, ya que adquieren hábitos muy positivos para poder compaginar los estudios con la vida deportiva, es todo un aprendizaje”. Son las palabras de Chus, la madre de Pedrito, de la categoría optimist.
Mi hija forma parte del equipo de regatas y le encanta, siempre que puede viene al club, ya que vivimos cerca”, explica Joana Maria, la madre de Maria de Lluc. Para ella el club náutico es también un emplazamiento donde estar tranquila, ya que le proporciona un entorno seguro y muy familiar. “Es un lugar de encuentro social, siempre ves a alguien conocido y en verano es también un sitio muy agradable”.
El testimonio de los padres revela hasta qué punto muchas personas inician su relación con el RCNP atraídas por la piscina al aire libre, descubriendo después un potencial mucho mayor. “Para mí significa proporcionar a nuestros hijos un lugar al que poder acudir, sobre todo durante el verano”, asegura Chus. “No todo el mundo puede permitirse según que casas, preparadas para el calor, y aquí siempre tienes un sitio donde estar”, abunda.
En ocasiones, este planteamiento afecta ya a varias generaciones. “Yo fui haciendo socios a mis hijos, y ahora ya lo son también casi todos mis nietos”. Quien lo dice es Miguel Salas, fundador de A Bordo, ex director de la revista y vencedor en diversos concursos de paella del RCNP, entre muchos otros méritos. “Para mí, el club náutico va mucho más allá de tener una embarcación, es un modo de vida. Ir a los pantalanes, arreglar el barco, hacer de dominguero… Te proporciona el contacto con el mar, algo que yo necesito”, prosigue Salas, impresor ya jubilado que llegó al mundo de la vela a través de su pasión por la radio (entraba en contacto con aventureros que cruzaban el Atlántico, proporcionándoles datos meteorológicos y el contacto con la familia).
Los padres y madres de los alumnos de la escuela de vela aprecian la transmisióin de valores como el esfuerzo y la cooperación.
Y en la boca de todos, una enorme preocupación. “Es incomprensible que aún no se haya renovado la concesión, porque el club ha demostrado siempre una gestión impecable y una gran honradez”, afirma Antoni Riudavets. “El RCNP es el último reducto de la vida palmesana, si lo quitan para que se lo quede una multinacional, ya no quedará nada”, afirma Chus.
Este modesto viaje en forma de reportaje termina donde empezó, en el bar del RCNP, donde Emilio Feliu cita con entusiasmo a Joseph Conrad y se declara “un romántico de la vela”. A la mañana siguiente volverá -como también lo harán muchos otros- para seguir disfrutando del club.