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- 20/08/2016 • Piragüismo
Adriana Paniagua, paladas con arte
Es la piragüista del momento en Baleares. Compagina los duros entrenamientos en el RCNP con los estudios universitarios de Historia del Arte. Quiere trabajar en el mundo de las subastas, pero antes le gustaría representar a España en los JJOO de Tokio. Es su sueño, pero no le obsesiona. Sabe que cualquier carrera se forja con pequeños pasos. En su caso, palada a palada.
Adriana Paniagua tiene una sonrisa contagiosa y huidiza. La primera impresión que transmite es la de una persona tímida, pero la entrevista desmiente la apariencia. Al contrario de otros piragüistas, gremio conocido en el periodismo deportivo por la parquedad de sus campeones, le gusta hablar. Lo hace con profusión de matices, pero sobre todo con franqueza. No esconde sus dudas ni sus miedos. Reconoce abiertamente que hace medio año se sintió “quemada” y estuvo a punto de colgar la pala. Lo tenía “casi decidido”. Su compañera Alicia Heredia, subcampeona del mundo, le pidió que reflexionara, que no se precipitara, que era mucho lo que ya había luchado; su entrenador, Juan Juan Barceló, le dijo que las medallas que anhela ganar no se consiguen dejándolo “precisamente ahora”; y su madre –las madres, siempre las madres– pronunció la frase definitiva: “Si ahora abandonas, nunca sabrás a dónde hubieras llegado”.
Llegó al piragüismo “por casualidad” a los 12 años. El padre de una amiga le recomendó que lo probara. Tuvo que sacudirse la pereza, porque no le atraía en absoluto el hecho de mojarse en invierno. “Al final accedí y aquí estoy”. Este aquí estoy significa que el piragüismo se ha convertido en su vida, que el club es su casa, que su entrenador la conoce tanto o más que sus propios padres y que sus compañeros de equipo son su “familia”. Es decir, que la pala y la canoa se han adosado a su cuerpo y que cuando Adriana no estudia o duerme, o levanta pesas en el gimnasio para reforzar aún más si cabe sus brazos de hierro, rema, rema y rema. Y lo hace en esa postura antinatural del canoísta, con la rodilla derecha hincada sobre el suelo de una estrecha embarcación de carbono y la mirada puesta en un horizonte invisible situado a 200 o 500 metros, las distancias en las que está especializada.
Adriana se levanta a las siete “para estar fresca”. Desayuna y entrena en el RCNP de nueve a una y media. Come “algo rápido” y se va a la universidad. “Entro a las tres de la tarde y salgo a las nueve de la noche. Ceno, a la cama y otra vez a empezar”. Así día tras día, con la excepción de los domingos, que dedica íntegramente a estudiar las seis asignaturas del primer curso de Historia del Arte en las que está matriculada.
“Me encanta el arte desde tercero de la ESO. Tuve a un profesor de sociales que nos explicaba muy bien esta materia. Entonces supe que haría esta carrera y que quería trabajar en el mundo de las subastas. Sé que para ello me tendré que ir de aquí, pero me da igual, es lo que me gusta”. La palista ama el deporte, lo considera “una forma de vida”, se aburre y nota que algo le falta cuando no lo practica, pero no pierde de vista que sus estudios universitarios son “prioritarios”. Esta actitud no la aleja en absoluto de los principios del equipo de piragüismo del Real Club Náutico de Palma. Alexis Capdevila, palista Master y vocal de la sección en la Junta Directiva de la entidad, lo tiene claro: “Nuestra responsabilidad no es sólo formar deportistas, queremos formar personas. Si alguien del equipo necesita un refuerzo en los estudios, el club se lo proporciona. El rendimiento deportivo y el académico han de ir de la mano, no existe uno sin el otro. La cuestión está en que el deporte contribuya a adquirir valores aplicables a cualquier ámbito de la vida, ya sean los estudios y el trabajo, tales como el sacrificio, la determinación o la perseverancia”.
A pesar de las dudas surgidas a finales de la temporada pasada, Adriana se encuentra en un buen momento de forma. Su clasificación para el Campeonato de Europa, en el que fue séptima, supuso una inyección de moral y la confirmación de que es la canoísta nacional de referencia. La progresión vertiginosa de los primeros años, cuando pulverizaba un registro tras otro, se ha ralentizado a medida que sus tiempos se han aproximado a los de sus rivales extranjeras. Hoy detiene el crono del C1 200 Dama en 50,444 y está a 44 milésimas del récord de España. Las finales mundiales se corren generalmente en 48 segundos, lo que coloca a nuestra protagonista a las puertas de la gloria. “Confío en bajar pronto de los 50 segundos, que son una especie de listón psicológico, y entrar en la lucha directa por el podio en los campeonatos internacionales, aunque nunca hay que perder de vista los muchos factores que determinan el tiempo que inviertes en un tiro (regata) de 200 metros”. En efecto, igual que ocurre en otros deportes como el atletismo, en el piragüismo existen pistas más rápidas que otras en función de la profundidad, la temperatura y características del agua y, por supuesto, la dirección y velocidad del viento.
Hay una pregunta inevitable que se ha ido demorando a lo largo de la charla con Adriana. Tokio 2020, primeros juegos que incluirán en su programa la canoa femenina. ¿Le obsesionan? ¿Son la causa final de tanto sacrificio? No duda ni un segundo, su respuesta es el fruto de una reflexión largamente madurada: “Me motivan, claro está, pero yo me conozco y sé que tengo que ir día a día. Los juegos están muy lejos, los tengo en mente, pero mis objetivos son los campeonatos internacionales de cada año”.
Volviendo a la radical exigencia de los 200 metros, una prueba explosiva donde ser el más fuerte y remar más y mejor que nadie puede resultar baldío si se comete cualquier minúsculo error. Por tanto, un desafío también psicológico para el que también hay que estar preparado. A sus 19 años, Adriana Paniagua ya tiene suficientes malas experiencias como para reconocer la importancia de una buena concentración. “Hace cuatro años –recuerda–, cuando participé en mi primer mundial junior, lo pase mal. Estaba muy nerviosa, dieron una salida nula y en la siguiente no supe reaccionar y me comí el cepo. A raíz de esto aprendí a gestionar la ansiedad previa a la salida y a estar tranquila… A mí me tranquiliza hablar con mi entrenador, repasar la estrategia que hemos trazado, aunque por experiencia también sé que lo que has planeado casi nunca sucede y que al final tienes que salir a hacer tu tiro”. Un “tiro” de 50 segundos, apenas un suspiro si se observan las cientos de millas de trabajo y renuncias que se han dejado por la popa, que Adriana, con su carácter alegre pero estoico, simboliza en nombre de todos los piragüistas del RCNP.